Hace pocos días escribíamos en este mismo sitio una nota referente a la importancia de sostener al orden institucional - en la figura de la doctora Cristina Fernández - más que nada de frente a la temible, arrolladora derecha que afila las uñas y lleva el cuchillo a la boca en la vereda de enfrente. Pero si ella misma se tira abajo con exabruptos y bravuconadas...
La semana pasada dejó unos cuantos hechos trascendentes. Por supuesto que no vamos a mencionar todos ni mucho menos establecer un orden jerárquico. A ver. Quedamos boquiabiertos con ese fenómeno de la genética y vaya a saber cuántas cosas más llamado Usain Bolt. Lo vimos batir dos récores del mundo como si la velocidad fuese un paseo. Ganó mirando a los costados, contemplando cómo iban los otros. Segundos después participaría de fotos y filmaciones que lo mostraban tan tranquilo como si acabara de darse una ducha y no de correr una de esas carreras en las que los que alguna vez practicamos atletismo sabemos que el dolor en el pecho, la sensación de piernas evanescentes, los dedos que hormiguean, más bien reducen al deportista a niveles de piltrafa. Pero no. Bolt, fresquito como lechuguita. Y ya que estaba, hizo triplete con la posta 4x100 y hasta pidió disculpas por no batir otro récord con ella.
En tanto, en las pampas, un deportista devenido estanciero y político sorprendió no menos desde los medios al declarar que el mejor candidato a presidente de los argentinos para 2011 sería el polémico (por ser lo más delicado posible) Eduardo Duhalde. Justo él, el Lole, el campeón moral de la fórmula 1, la gran esperanza blanca (Eduardo Aliverti dixit) del viejo peronismo, le pasa el testimonio al Bolt bonaerense. Vaya uno a saber en qué devendrá todo ello: Reutemann es para algunos un pecho frío, para otros un rubio de ojos azules que puede contener a sus colegas camperos - los que quieren convertir a este país en una republiqueta sojera antes que bananera, cosa que es peor porque la soja destruye el suelo y ocupa extensiones mucho mayores que la pobre y criticada banana - pero en cualquier caso es posible que todos o casi todos acordemos que el ex de Mimicha es antes que nada un hombre honesto. Pregunta: ¿Quiere, en realidad, el votante argentino un hombre honesto? ¿Un corredor que de tanto cuidar su prestigio y su auto nunca terminó de arriesgar y en consecuencia, nunca fue campeón en los hechos? ¿O prefiere más bien a un kamikaze que haga pelota todo con tal de llegar a la meta?
Carlos Alberto Reutemann contaría con un plus. La tendencia innata de los pueblos a dar premios a la trayectoria. Como ocurrió en su momento con el ateroesclerótico Fernando de la Rúa, "de la duda", como lo calificó uno de sus colaboradores en un fallido no tan fallido. Como ocurrió con el propio general Perón en 1973: el estadista más importante de la Argentina del siglo XX. Pero con la salud demasiado deteriorada como para concluir el mandato.
Como ocurrió en otro orden, también la semana pasada, con la ex colaboracionista del proceso de reorganización nacional Rosa Martínez Suárez, más conocida como Mirtha Legrand. Martín Fierro de Platino por seguir facturando con los almuerzos que ostentan el cubierto más caro del mundo. Todos sabemos - y en especial los que vivimos en La Costa - que la anfitriona cobra en moneda dura las invitaciones a sentarse a su mesa. Que hubo un tal Cabirón, figura prominente de la política de Bahía Blanca, que denunció la maniobra en su momento, y que fue prácticamente borrado del mapa del poder desde entonces. En fin.
Y allí estábamos frente al televisor asistiendo al blooper que superó a los no pocos exabruptos anteriores del tándem presidencial. Las palabras se mezclan como en una loca sopa de letras tirada en el vaso de la licuadora. Secuestrar, goles, palabras, personas. Pronunciar esto en la Argentina que jamás va a reponerse de aquel proceso tan fervientemente defendido por la señora de Fierro. Y por periodistas como Marcelo Araujo, ahora con un lugar preponderante luego de esta negociación AFA - Gobierno - TV. Secuestrar, goles, palabras, personas. Los grandes nombres que salen al cruce - Pérez Esquivel, Norma Morandini (hermana de dos desaparecidos llamados por rara fatalidad Néstor y Cristina), tantos otros - más dolidos que sorprendidos. Del lado del poder político, nombres no menos grandes que minimizan la espectacular metida de pata. Del otro, comunicadores que analizan los dichos. Y en otra dimensión nosotros, que nos animamos a interpretarlo como un tiro por elevación a la señora de Noble, la marmórea figura emblemática del grupo Clarín, que nunca llegó a explicar adecuadamente la forma en la que adoptó a sus amados hijos.
Que otros comunicadores, sin espacio en los grandes medios (que optan por ningunear el tema), sostienen que son hijos de detenidos desaparecidos. La desafortunada alegoría de la señora de Kirchner acaso haya pretendido tocar, como en un tablero de batalla naval, al acorazado mediático a través de su punto más sensible. Léase: "el grupo Clarín se apoderó del fútbol con la misma soltura e impunidad con las que la jefa espiritual del mismo se apropió de dos chicos durante el proceso, y ninguno de sus empleados (algunos de ellos muy famosos) puede decir nada al respecto, porque tienen la palabra secuestrada".
Pero claro, quién le pone el cascabel a Noble.
Pasan radicales, pasan peronistas, quedan los artistas, cantaba Enrique Pinti.
Quedan también los medios poderosos, a no dudarlo.
Y quedamos muchos, pero muchos argentinos que queremos a toda costa preservar la vigencia de la constitución nacional. Que entendemos como fundamental para la democracia que la actual presidenta entregue, en 2011, la banda a otro u otra persona elegida por el pueblo.
Para ello estamos mejor que dispuestos a ayudarla.
Si es que ella se ayuda primero, claro.
Por: Antonio Morgner . FUENTEINFORCOSTA
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